Lun. Abr 29th, 2024

Historias – Jeannette Núñez Catalán

Amortajada en una casa extraña. Niños decían la palabra mamá y ella contenía pan, tibieza, alegría. El alemán se relacionaba con ternura con esos niños; la esposa lo acariciaba y hablaba al oído; todos comían en la mesa…

La palabra es una llave

Fragmento de una novela

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Jeannette Núñez Catalán

escribejeannette@gmail.com

Amortajada en una casa extraña. Niños decían la palabra mamá y ella contenía pan, tibieza, alegría. El alemán se relacionaba con ternura con esos niños; la esposa lo acariciaba y hablaba al oído; todos comían en la mesa.

La niña tenía una habitación sola para ella; ahí empezó a tejer ríos de tristeza, era la extraña en esa casa. Una casa puede tener tanto que te quedas como araña en un rincón.

 Concluí que el peor castigo es la consecuencia.

En un relieve del pecho del padre avanza una tristeza indescifrable, la culpa es una careta horrorosa llama al cáncer para que haga cobija en sus entrañas.

 La enfermedad creada por el dolor que no tiene palabras solo la acción sorda de corroer todo. Cambios, metamorfosis.

Cuando estás en el lindero del camino puedes ver con claridad algunos detalles. La trataban como si en su frente llevará un letrero que dice: Asesina. Nuevamente está en una situación amorfa.

 Un aura de terror la acompaña; lo que otros imponen.

La entrevisté por haber cometido un hecho de sangre por eso me acerqué a ella, como si fuera un monstruo en exhibición.

 Llegué en un momento en que se consumía lentamente en las cuatro paredes de la habitación. Entendí que esa era la oportunidad de ayudar sin ecos ni letreros.

Tomo tiempo ganarme su confianza; una pensión con personas desconocidas fue una forma de empezar sin letreros en la frente. Siempre se puede crear una nueva vida. El cariño, el respeto la amistad existen.

El caracol no solo lleva su casa, sino puede construir dónde albergar sus ilusiones.