Mié. May 15th, 2024

Emanuela Orlandi, mafia, masonería y KGB – Juan de Dios Andrade

Se han cumplido 40 años de la desaparición de dos niñas, una de ellas fue Emanuela Orlandi, la que más impacto mediático adquirió. ¿Qué fue lo que pasó realmente?¿Estuvieron involucradas Cosa Nostra, la masonería o el KGB? ¿Fue víctima de ‘fiestas sexuales’ en las que participaban mafiosos, prelados, algunos gendarmes del Vaticano y hasta diplomáticos extranjeros? No lo sabemos todavía. Pero lo que sí es cierto es que la prontitud de Juan Pablo II en aquellos momentos tan difíciles y la actual decisión del Papa Francisco, han empujado a las autoridades civiles a retomar el caso.

CONfines Políticos

22 de junio de 2023

Hace 40 años, Emanuela Orlandi, de escasos 15 años de edad, desapareció para siempre en las inmediaciones de la plaza Navona en Roma. Desde entonces, se han difundido toda clase de hipótesis, pero, en los hechos, se avanzó poco en las investigaciones y no hay que descartar la posibilidad de que mucho de lo que se ha dicho haya sido con la intención de confundir. Luego de que, hace unos meses, el Vaticano retomara el caso de Emanuela Orlandi, el Senado italiano constituyó una comisión especial para el mismo tema y el de Mirella Gregori, desaparecida 46 días antes, el 7 de mayo, igualmente en Roma…

Como resulta lógico en casos similares, lo publicado ha provocado que los familiares sean presa de toda clase de teorías de la conspiración. ¿Se podrán resolver algún día, especialmente el de Emanuela, que ha sido el más mediático? No lo sé…

Los datos oficiales registran, por lo menos, 177 niñas residentes en Roma o en sus alrededores, desaparecidas entre 1982 y 1983, 19 de ellas durante el verano de 1983. Las edades oscilaban de los 13 a los 18 años. Todo ello sin contar los niños varones desaparecidos en el mismo período…

Un golpe en el corazón vaticano

El expediente Orlandi interesa a la Iglesia Católica porque Emanuela vivía con su familia en el Vaticano y su padre, Ercole Orlandi, era ayudante de cámara de Juan Pablo II (erróneamente, algunos medios lo mencionan como dedicado a actividades bancarias). Obviamente se trataba de alguien de mucha confianza para el Papa y de una familia muy querida por él. Además de sus responsabilidades cotidianas intramuros, el ayudante de cámara forma parte de la comitiva que acompaña al Vicario durante sus viajes…

Emanuela desapareció el 22 de junio de 1983, al salir de la escuela de música Tommaso Ludovico da Victoria, en la plaza Sant’Apollinare, cerca de la plaza Navona, al ir a la parada de autobús. La última persona que la vio fue su amiga Raffaella Monzi, quien agregó que le comentó sobre un trabajo que le había ofrecido un aparente representante de Avon, con quien había acordado verse (Emanuela también se lo dijo a su hermana, Federica, mediante llamada telefónica). El primer periódico en dar la noticia fue Il Tempo, que incluyó el teléfono de la familia para cualquier información que tuviese la gente. Ya se imaginarán la falta de caridad de algunos que llamaron…

Al Vaticano no le correspondía investigar porque se trataba de jurisdicción romana, pero cierta lentitud de la policía obligó a iniciar las primeras pesquisas y el domingo 3 de julio de 1983 el propio Juan Pablo II hizo un llamado al terminar el Ángelus: “Estoy cerca de la familia Orlandi que está afligida por la desaparición de su hija Emanuela: confío en el sentido de humanidad de quien sea el responsable de este caso”. Esto fue lo que detonó la presión sobre las autoridades civiles y posicionó lo ocurrido en el ámbito nacional e internacional, hasta quedar el tema en manos de Domenico Sica y de los jueces de instrucción Ferdinando Imposimato y Rosario Priore…

La prontitud del Vaticano al auxiliar a la familia Orlandi y la intervención de Juan Pablo II en aquel domingo, contradicen las versiones complotistas sobre cierto ‘silencio cómplice’ por parte de la Iglesia. Con mayor razón si consideramos que, hoy como ayer, sea otro Pontífice el que reactive la investigación: la creación de una comisión por parte del Senado italiano se tomó después de que el Papa Francisco hiciera lo propio…

La decisión papal ha sido todo un mensaje para las autoridades italianas…

Juan Pablo II y Mehmet Ali Ağca

Los Lobos Grises y el KGB

Al principio, tanto las investigaciones como las publicaciones se encaminaron hacia la posibilidad de una conexión entre la desaparición de Emanuela Orlandi y el atentado a Juan Pablo II, el 13 de mayo de 1981. El juez Imposimato apuntó a que se trataba de una medida de presión contra el gobierno del presidente Sandro Pertini y su primer ministro, Amintori Fanfani, así como hacia la Iglesia, para lograr la liberación de Mehmet Ali Ağca. Sería de una operación de los Lobos Grises (a la que pertenecía Ağca), que habría amenazado con una oleada de secuestros y asesinatos de niñas tanto de Roma como del Vaticano, en tanto no se cumplieran sus demandas…

Esta línea se basó en una serie de llamadas que recibieron las familias Orlandi y Gregori, de un personaje que fue apodado el ‘americano’, que exigía la liberación de Ağca a cambio de liberar a las secuestradas…

Al parecer, la intención de los Lobos Grises habría sido ejecutar a Ağca inmediatamente después de que asesinara a Juan Pablo II. Pero no contaban conque iba a fallar y lo iban a detener. Al no poder matarlo como se tenía planeado, el turco era un peligro para la organización terrorista. Si lo querían liberar, era precisamente para mandarlo a la tumba e impedir que las investigaciones llegaran ‘más arriba’. Para eso habrían secuestrado a Mirella Gregori y a Emanuela Orlandi…

Las indagatorias de Imposimato arrojaron que, por lo menos, hubo dos tiradores en la plaza de San Pedro, siendo el segundo el que se encargaría de Ağca. ¿Trataban de eliminar todo nexo entre ambos? No. Según el juez, buscaban anular la posibilidad de que se obtuvieran pruebas de que el asesinato de Juan Pablo II se había planeado en las entrañas del KGB por órdenes del Kremlin y encargado a los Lobos Grises…

Otras investigaciones asentaron que el KGB había tendido una red de espías en el entorno del Papa polaco, empezando por algunos sacerdotes y religiosos. Uno de esos espías trabajaba justo enfrente del edifico donde vivía la familia Orlandi…

Cosa Nostra y Masonería

Una segunda línea de investigación, relacionada con la anterior, se desarrolló en dirección al quebranto financiero del Banco Ambrosiano y del Instituto para las Obras de Religión de la Santa Sede (IOR), al financiar las actividades del sindicato Solidarność contra el sistema comunista polaco. De tiempo atrás, las principales organizaciones delictivas de Italia (especialmente Cosa Nostra, la Camorra y la ’Ndrangheta) habían penetrado el sistema bancario y de inversiones, y querían recuperar el dinero que tenían en el Banco Ambrosiano. En aquel momento, el grupo mafioso más importante en Roma era la llamada ‘Banda de la Magliana’ (relacionada con las tres sociedades secretas mencionadas), a cuya cabeza estaría Renato de Pedis. La Banda de la Magliana culpaba al banquero Roberto Calvi de haber malversado el dinero que estaban ‘blanqueando’…

En este contexto, no hay que olvidar que se vivían los ‘años de plomo’, que abarcaron desde finales de los años 60 hasta finales de los 80. El centro de irradiación había comenzado en Cosa Nostra (conocida simplemente como la ‘Mafia’), por el ascenso de los Corleone (sí, pero los de la vida real, no los de la película). El conflicto se comenzó a fraguar desde los años 50, cuando empezó una sangrienta disputa por el poder en Corleone. En 1958, Luciano Leggio (Liggio), Bernardo Provenzano y Salvatore Riina, mataron al padrino local, el médico Michele Navarra, que se oponía a que Cosa Nostra rebasara los límites agrícolas en que había nacido. Los tres aliados, pensaban en incursionar en las ciudades y en la Italia continental y Leggio se convirtió en el nuevo jefe de los Corleone, tomando el grupo un lugar en la ‘Comisión’, asamblea de jefes de Cosa Nostra que dirimía los asuntos más importantes…

Seis años después, en 1964, otro personaje, Stefano Bontate (Bontade), se convirtió en cabeza de las familias de Santa Maria di Gesù. Bontate dio mucha importancia a la vinculación entre Cosa Nostra y la masonería, llegando a ser, en unos años, el jefe más importante entre ambas. Eran años difíciles, pues se vivía la ‘primera guerra mafiosa’ (1962-1969), que condujo a un enfrentamiento entre el estado y Cosa Nostra. Por eso fue tan importante el vínculo entre Mafia y Masonería para Stefano Bontate: era una forma de ampliar su poder y estabilizar la situación. Pero ambas facciones, los Corleone y los de Santa Maria di Gesù, estaban en ruta de colisión, sobre todo entre Bontate y Salvatore Riina…

Los nexos del KGB

En 1974, ocurrió la quiebra de los bancos controlados por Michele Sindona, que afectó sobre todo a las inversiones del Banco Ambrosiano. Fue entonces cuando empezaron las presiones hacia el gobierno italiano para el rescate bancario y que las organizaciones delictivas pudieran recuperar el dinero que estaban blanqueando. Pronto se conocería que el punto que unía a Cosa Nostra y a la Masonería era la logia secreta Propaganda Due o ‘Logia P-2’. Era el nexo entre la Mafia, la política y las inversiones. El hombre que operaba la recuperación del dinero era Giacomo Vitale, cuñado de Stefano Bontate e igualmente masón…

Según la información publicada en los años siguientes, Bontate controlaba el entramado en cuestión a través de Giulio Andreotti, que, a su vez, ‘tiraba línea’ a Licio Gelli, cabeza formal de Propaganda Due. Ya desde mediados de los 70, comenzó la relación de Stefano Bontate con el entonces rico empresario Silvio Berlusconi….

En paralelo, Riina acrecentó su poder al interior de los Corleone: en 1974, Liggio fue capturado y enviado a prisión con cadena perpetua, lo que convirtió a Salvatore Riina en jefe de facto de los Corleone y fue el eje que condujo a que la ‘familia’ lograra dotarse con un arma muy poderosa: el fusil de asalto soviético Kalashnikov (AK-47), factor decisivo en la guerra al interior de la ‘Comisión’. Era evidente que el KGB no podía ser ajeno y que, de algún modo, operaba al interior de Cosa Nostra…

Así, los Corleone se dedicaron a asesinar a todo aquel que se les opusiera, tanto en Cosa Nostra como en la política y las finanzas. Riina minaba el poder adquirido por Bontate y se encaminaba a relevarlo como poder fáctico de mafiosos y masones. En abril de 1981, la gente de Riina logró asesinar a Stefano Bontate. Al mes siguiente, fue el atentado contra Juan Pablo II…

Igual que en la primera línea de investigación, Cosa Nostra sería la responsable del secuestro de Emanuela Orlandi a través de la Banda de la Magliana, que estaba conectada con la logia P-2, para recuperar el dinero perdido. Todo ello en medio de una guerra político-mafiosa que encuadró el ascenso de los Corleone liderados por Salvatore Riina…

Pero no todos están de acuerdo. Los expertos en delitos financieros aportan una variante:  al margen de los motivos iniciales del secuestro de Emanuela, finalmente habría sido usada como arma para obligar a la Iglesia a guardar silencio en el asunto del grado de penetración de los grupos mafiosos en el sistema bancario. Sandro Pertini había declarado la guerra al terrorismo, a Cosa Nostra, a la Camorra y a la ’Ndrangheta, por igual, así como a la extrema izquierda y su primer ministro maniobra contra ellos. En otro plano, Juan Pablo II hacía pronunciamientos contra Cosa Nostra especialmente, que continuaron durante su pontificado…

¿Verdad o fantasía? El juez Imposimato terminó convencido de que el intento de asesinar al Papa y la desaparición de Emanuela formaban parte de ese escenario donde se cruzaban los intereses político-masónicos-mafiosos, que abarcaban a los propios servicios secretos italianos y sería la razón de que no se haya podido aclarar lo ocurrido en la plaza de San Pedro y en las inmediaciones de la plaza Navona…

Juan Pablo II y el padre Gabriele Amorth

El exorcista del Vaticano

Una de las hipótesis más improbables consistió en que Emanuela Orlandi habría sido raptada para llevarla de incógnito a otro país (presumiblemente Inglaterra), para ocultar un escándalo en el Vaticano por presuntos abusos sexuales a jovencitas. De tal suerte que, la entonces quinceañera, viviría a expensas de la Iglesia Católica en total anonimato. Hasta se llegó a decir que el ‘americano’ en realidad era el arzobispo Paul Marcinkus, que presidía el Instituto para las Obras de Religión de la Santa Sede (IOR). Sin embargo, luego se concluyó que las llamadas del ‘americano’ fueron realizadas por al menos tres personas…

El punto es que nadie ha podido aportar pruebas fehacientes de algo así y las ‘huellas’ de dicha versión conducen al entorno de la Banda de la Magliana, sea a través de uno de sus miembros o una novia de Renato de Pedis…

Lo que sí da mucho en qué pensar es la opinión del padre Gabriele Amorth, conocido como ‘el exorcista del Vaticano’, expresada en 2012: “Se organizaban fiestas en las cuales estaba involucrado como reclutador de muchachas también un gendarme de la Santa Sede. Creo que Emanuela fue víctima de esto”. Para el padre Amorth, “se trató de un caso de explotación sexual con el consiguiente homicidio poco después de la desaparición y ocultamiento del cadáver”.  La trama abarcaba a una banda delictiva, a la policía del Vaticano y a diplomáticos extranjeros (The Telegraph, 22 de mayo de 2012, nota firmada por Nick Squires). Sin duda, las palabras del padre Gabriele Amorth cimbraron a muchos, porque no era cualquier persona…

Una decisión difícil, pero necesaria

¿Qué fue lo que pasó realmente? ¿Estuvieron involucrados el KGB, Cosa Nostra y la Masonería o ciertos prelados y la diplomacia internacional? De ser así, ¿hasta qué niveles de poder? ¿Fue un asunto exclusivo de la acción delictiva de la Banda la Magliana, que, luego, ‘sembró pistas falsas’ para desviar la atención? No cabe duda que el juego mediático ha servido para enturbiar la comprensión del caso y no faltan los que señalan que últimamente se están guiando por lo que dice la abogada del hermano de Emanuela (Pietro Orlandi), Laura Sgrò…

En otro tenor, están los complotistas que relacionan la reapertura de las investigaciones con la renuncia y muerte de Benedicto XVI, tan sólo porque llevaba un año como responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe en aquel momento…

En lo personal, reconozco la valentía y prontitud de Juan Pablo II, que abordó el tema en varias ocasiones y no creo que ese modo de proceder haya sido ajeno a los consejos del otrora Cardenal Ratzinger. Lo mismo vale para el Papa Francisco, que llevó al Senado italiano a formar una comisión especial…

Pero las cosas no pasan fuera de contexto: el 16 de enero pasado, fue detenido Matteo Messina, el último jefe de los Corleone y gran aliado de Salvatore Riina en aquellos años a los que hemos hecho referencia. El asunto ha sido de tal calibre, que la propia Giorgia Meloni suspendió sus actividades para supervisar de cerca lo que estaba ocurriendo con la detención de Messina…

Luego de eso, vino la decisión del Papa Francisco…

Hasta entonces…

Correspondencia: confinespolíticos@gmail.com