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El sexenio que vivimos en peligro – Juan de Dios Andrade

Hace 30 años, México se convulsionaba por la violencia política en medio de un proceso electoral presidencial. En poco tiempo, el país pasó de una posición triunfante a un escenario de guerrilla, asesinatos políticos, secuestros y terrorismo. Pero eso no se explica sólo con lo ocurrido en 1994, sino que obedece a un contexto que va más allá de lo inmediato y que, hoy, nos debe llevar a una reflexión.

CONfines Políticos

1 de enero de 2024

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com

Hace 30 años, justo a partir del 1 de enero, se confirmó que México vivía una de las etapas más violentas e inciertas de su historia. Como muchas cosas, 1994 se explica dentro de su contexto propio y el suyo fue el de una lucha feroz por el poder entre los ‘dinosaurios’ y los ‘tecnócratas’, entre el nacionalismo revolucionario y el neoliberalismo o liberalismo social, como lo llamaron Carlos Salinas de Gortari y Jesús Reyes Heroles. El sexenio de Miguel de la Madrid fue el último en el cual el nacionalismo revolucionario apareció de manera más o menos forzada y, al siguiente, se agudizó la confrontación hasta niveles pocas veces vistos. Ya no había lugar para el proyecto iniciado por Plutarco Elías Calles, ni en México ni en el partido fundado por él…

Cuando Carlos Salinas asumió el poder, venía afectado por un triple problema de legitimidad: dos vinculados al sistema autoritario que se tambaleaba y uno relativo a su elección. Los dos primeros eran la incapacidad del gobierno de Miguel de la Madrid ante el sismo de 1985 (cuando el poder presidencial fue desbordado y la sociedad tuvo que organizarse para rescatar a las víctimas) y el fraude electoral de 1986 en Chihuahua, que estuvo a punto de desembocar en la suspensión del culto por parte de la Iglesia Católica, como protesta. Obviamente, el tercero fue el dudoso resultado de las elecciones presidenciales de 1988, que manchó el ascenso de Carlos Salinas a la Presidencia de la República…

Juan Pablo II, un pontificado decisivo para el cambio en México

La sangre de los mártires cristianos

Aunque pocos le prestan atención al caso Chihuahua, hubo una intensa negociación entre Manuel Bartlett, a la sazón secretario de Gobernación, monseñor Prigione, delegado apostólico y el Episcopado mexicano, para que los prelados intercedieran ante monseñor Adalberto Almeida, arzobispo de Chihuahua y le hicieran desistir de suspender el culto, pues existía el riesgo de un enfrentamiento entre fuerzas políticas con un resultado impredecible…

Hay un hilo conductor que va de esas negociaciones a la toma de posesión de Salinas el 1 de diciembre de 1988, en la que estuvieron presentes el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, monseñor Adolfo Suárez Rivera (presidente del Episcopado) y el propio Prigione. En aquel momento, sólo analistas muy avezados se percataron de que estaba en marcha el proyecto de reforma constitucional en materia religiosa, que pasaba por reconocer la personalidad jurídica de la Iglesia Católica. De otro modo, los jerarcas católicos difícilmente habrían asistido…

En el fondo, el presidente buscaba desmontar todo entramado opositor y legitimarse en el ejercicio del poder, dando a cada uno algo de lo que exigía: la Iglesia, los empresarios y la oposición partidista, principalmente…

Esto fue lo que estuvo en el origen de lo que vendría después, pero no fue lo único. Hubo tres hechos más: la beatificación del padre Miguel Agustín Pro S. J., el segundo viaje de Juan Pablo II a México y la posterior visita de Carlos Salinas al Vaticano. Pese a la férrea oposición de Fernando Gutiérrez Barrios, titular de Gobernación con Salinas, el cambio iba en firme, aunque los forcejeos continuaron durante un tiempo. Por ejemplo, la detención del padre Joel Padrón en Simojovel, Chiapas y las críticas de un sector de los jesuitas por el modo en que se estaban conduciendo las negociaciones. Asimismo, ya reformado el Artículo 130 constitucional, México envió a Enrique Olivares Santana como embajador al Vaticano, de conocida trayectoria masónica…

Mientras tanto, en paralelo se desarrollaba otra historia…

Carlos Salinas de Gortari y Manuel Bartlett Díaz, en otros tiempos

Entre revolucionarios y pragmáticos

Hablar de la lucha al interior del PRI de antaño en términos de ‘tecnócratas’ y ‘dinosaurios’, podría hacernos caer en el error de entenderla como entre dos bandos. Las facciones de la Familia revolucionaria estaban alineadas en dos grandes vertientes y, aunque la bifurcación tenía su origen en el Neo-alemanismo, terminó incidiendo en todas ellas. Una era la del nacionalismo revolucionario, que pretendía recuperar los pilares del sistema callista o, por lo menos, sostener los que todavía estuvieran en pie. Aquí se ubicaban gente como Luis Echeverría Álvarez, Fernando Gutiérrez Barrios, Javier García Paniagua y Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros. La segunda, era la del nacionalismo pragmático, en donde estaban Carlos Hank González y Manuel Bartlett, sobre todo, que defendían al viejo sistema por su valor operativo, que no ideológico.

Pese a tener sus diferencias, no hablamos de posiciones irreconciliables. Mucho menos ante un enemigo en común, como lo eran los tecnócratas. Para muestra, un botón: la llegada de Manuel Bartlett Díaz a la Secretaría de Gobernación durante Miguel de la Madrid, fue seguida por una disputa con la gente de Gutiérrez Barrios por el control del aparato de inteligencia y espionaje, así como por la Dirección Federal de Seguridad. En ese contexto, ocurrió la muerte de Manuel Buendía en 1984, alfil de don Fernando en los medios de comunicación. Todo eso quedó olvidado cuando tuvieron que hacer frente al salinismo…

Unos y otros le habían complicado a Carlos Salinas su campaña electoral y cabe recordar la ‘caída del sistema’ la noche de las elecciones. Entonces no existía un organismo electoral independiente, sino la Comisión Federal Electoral, presidida por Manuel Bartlett y mientras unos dicen que la ‘caída’ del sistema de cómputo electoral fue para restarle legitimidad al triunfo de Salinas, otros dicen que, al contrario, con eso descarriló las pretensiones de Cuauhtémoc Cárdenas. En todo caso, la actitud de Bartlett no siempre fue de confrontación con Salinas…

Fernando Gutiérrez Barrios y ‘La Quina’

Los conventículos secretos

Como sea, en enero de 1989, ocurrió el ‘Quinazo’, cuando el presidente Carlos Salinas ordenó al Ejército operar la detención de Joaquín Hernández Galicia ‘La Quina’ y a algunos de sus allegados. En aquel momento, pese a la militancia masónica del presidente durante su juventud, quedó cantada la guerra con las logias, pues de paso detuvieron al que había fungido como enlace entre la Presidencia y los principales ritos masónicos…

Luego, obligaron a renunciar a Carlos Jonguitud Barrios, ‘sempiterno’ líder magisterial a través de Vanguardia Revolucionaria e igualmente personaje importante de la masonería. Lo anterior dio paso a la entronización de Elba Esther Gordillo como nuevo dirigente magisterial…

Ya desde la campaña presidencial, Salinas lo había dicho en un claro mensaje, de que la política mexicana ya no se decidiría en conventículos secretos. El sexenio salinista fue el ‘invierno’ de la masonería, porque perdió su capacidad para colocar gente en puestos importantes y las logias se fueron quedando vacías. Para 1993, las quejas eran públicas y hasta en los periódicos ventilaban la caída en picada de su militancia…

Quizás el único con el que Carlos Salinas tuvo consideraciones fue Heladio Ramírez, que lo avaló para que fuese iniciado, años atrás. Con otros, como Hank, Gutiérrez Barrios y García Paniagua, la relación fue respetuosa pero distante…

Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ¿quién ordenó su muerte?

La muerte de un purpurado

Una simple relación de hechos nos revela los alcances de las rupturas en la élite en el poder. El cambio constitucional y reglamentario de las relaciones entre el gobierno mexicano y las iglesias, quedó asentado a mediados de 1992. Menos de un año después, el 24 de mayo de 1993, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue cobardemente asesinado en el aeropuerto de Guadalajara, cuando llegaba a recoger a monseñor Prigione para celebrar una liturgia en honor del padre Cristóbal Magallanes y sus compañeros mártires, beatificados poco antes…

Al principio, se dijo que había sido una confusión, cuando el cártel de los Arellano Félix trató de matar ahí mismo al ‘Chapo’ Guzmán. Pero las inconsistencias fueron evidentes y, pronto, se empezó a sospechar de un crimen de Estado o de un asesinato ordenado por los enemigos del presidente, como venganza por haber modificado las leyes relativas a las relaciones con la Iglesia…

Hasta le fecha, lo único claro fue que al cardenal Posadas lo identificaron y lo acribillaron. No hubo confusión alguna…

Tampoco podemos olvidar que, desde 1989, el gobierno de Salinas había detenido a Miguel Ángel Félix Gallardo, identificado como una de las cabezas del narcotráfico en México, quizás el más importante en aquellos años. Decir que lo del cardenal Posadas fue un crimen de Estado, echaba por tierra la pretendida imagen de combate a la delincuencia organizada…

Colosio Murrieta, Salinas de Gortari y Hank González

Juego de poder

Carlos Salinas resolvió el conflicto con los empresarios, suscitado a raíz de la decisión de José López Portillo de apoderarse de los bancos (siempre se ha cuestionado si fue nacionalización o estatización) e inició un ambicioso plan de privatizaciones: devolvió la banca a los empresarios y privatizó Telmex y otras empresas importantes. De tal modo que fortaleció sus vínculos con destacados hombres de negocios del país, aspecto señalado muchas veces por la falta de transparencia, pero también se acentuaron sus diferencias con el ala dura de los poderes fácticos…

Lo anterior no fue obstáculo para que de paso encarcelara a Eduardo Legorreta, cuyo hermano, Agustín, presidía el Consejo Coordinador Empresarial…

Pero su apuesta fuerte fue la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El mundo bipolar había desaparecido y la Unión Soviética ya no existía. Se experimentaba el auge del globalismo y Estados Unidos se convertía en la superpotencia vencedora de la Guerra Fría. El acuerdo sellado con Canadá y Estados Unidos convirtió a Carlos Salinas en un referente internacional y la gloria parecía al alcance de su mano…

Entre lo poco que no había podido realizar, estaba la cuarta etapa de su partido, para proceder a crear el Partido de la Solidaridad Nacional. Pero lo que sí, es que tuvo que reconocer resultados favorables a la oposición con tal de liberar presión social. Desde 1989, se había reconocido por primera vez el triunfo del PAN en una gubernatura: la de Baja California, con Ernesto Ruffo Appel…

Unos meses después del asesinato del cardenal Posadas Ocampo, se publicó una curiosa entrevista en Excélsior, hecha a Fernando Gutiérrez Barrios. En ella, el otrora poderoso amo de los aparatos de seguridad en México, sacaba a relucir sus andanzas y sus relaciones con grupos de guerrilleros y de ‘línea dura’ en América y otras latitudes…

Tal vez Salinas no lo sopesó debidamente, engolosinado con sus triunfos y ocupado en lanzar la candidatura de su ‘delfín’, Luis Donaldo Colosio Murrieta. Aunque sus enemigos parecían derrotados, en realidad el presidente se encaminaba a un año de pesadilla…

Manuel Camacho Solís y Luis Donaldo Colosio Murrieta

A 30 años de distancia

El primer día de enero de 1994, cuando entraba en vigor el TLCAN, estalló la guerrilla en Chiapas con la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), liderado por el subcomandante Marcos, cuyo nombre real es Sebastián Guillén Vicente. Casi de un día para otro, la imagen de un presidente triunfante, se resquebrajó y comenzó a perder el control de la sucesión presidencial. Humillado ante México y el mundo, Salinas tuvo que pedirle a Manuel Camacho Solís, el principal cuestionador de la candidatura de Colosio, que se hiciera cargo de las negociaciones con la guerrilla. Como es lógico suponer, Camacho pasó a ocupar las ocho columnas en los medios de comunicación, mientras Colosio Murrieta quedó en un segundo plano…

Una vez más, ocurrió otro hecho delicado: el 19 de marzo, fue secuestrado el empresario y banquero Alfredo Harp Helú, muy cercano a Salinas y retenido más de cien días. A lo anterior habría que agregar el secuestro de Ángel Losada, que fuera cabeza del Grupo Gigante. Años después, se publicó que los delincuentes del caso Harp también habían cometido otros secuestros, entre ellos el de Diego Fernández de Cevallos en 2010…

Antes de terminar el mes de marzo y luego de llegar a un acuerdo Colosio y Camacho, el primero fue asesinado en Lomas Taurinas. En lo personal, no creo que el otrora presidente haya ordenado la muerte de su candidato y amigo. El crimen, más bien parece obedecer a la negativa de Colosio a romper con Salinas. Basta leer las noticias sobre el acuerdo sellado entre el candidato y Camacho, en la víspera de la visita de Luis Donaldo a Tijuana, para poner en duda dicha hipótesis…

Carlos Salinas sólo tenía una carta habilitada: Ernesto Zedillo. Por un lado, era una garantía para él por su compromiso con el globalismo y el TLCAN. Por el otro, la nueva designación atemperó las cosas en determinadas logias por su trayectoria masónica…

Pero la lucha por el poder no había terminado. Hacia finales de septiembre del mismo año, después de las elecciones, asesinaron a otro personaje clave del salinismo: José Francisco Ruiz Massieu, convertido en líder de la fracción legislativa de diputados del PRI y de quien se decía que, luego de asegurar la calificación de las elecciones recientes, pasaría a ocupar la Secretaría de Gobernación. Por si no lo sabían, Ruiz Massieu fue decisivo en las negociaciones con la Iglesia Católica para la reforma constitucional arriba indicada…

Muchas cosas pasaron en aquel año de 1994, entre ellas una oleada de terrorismo psicológico: llamadas anónimas alertando sobre bombas inexistentes en lugares públicos, pero también otras que fueron reales…

Pese a todo, la larga marcha de la sociedad civil, que venía desde 1985, se fue consolidando, destacando el Grupo San Ángel. Se fortalecieron los organismos empresariales, los partidos políticos comenzaron a madurar y el régimen autoritario se fue desmoronando, para dar paso a una transición…

Empero, todo lo que guarda relación con la libertad nunca está asegurado para siempre. De tanto en tanto, debe ser refrendado por la participación ciudadana, porque en cualquier momento podría darse una regresión autoritaria o hasta una nueva dictadura…

Lo ocurrido hace 30 años parece una novela de terror o, por lo menos, una pesadilla. Nada de eso debió haber pasado, pero pasó…

Hasta entonces…