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Agustín de Iturbide

Agustín de Iturbide y la ruptura de la élite criolla – Juan de Dios Andrade

La visión ideologizada de la independencia de México terminó por identificarla con los intentos iniciales y, al margen de la importancia que tuvieron, lo cierto es que la consumación fue encabezada por Agustín de Iturbide. Otra visión, igualmente afectada por la ideologización, nos lo presenta casi en los altares. Para los primeros, fue la viva imagen del mal. Para los segundos, un santo. Sopesarlo tal cual fue, con sus defectos y virtudes, es tan importante como reconocerle sus méritos de haber llevado a término la independencia de México. ¿Algún día se reconciliará México con su verdadera historia?

CONfines Políticos

15 de septiembre de 2023

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com

Tal vez Agustín de Iturbide no era el mejor de los novohispanos, pero fue capaz de encabezar el intento de independencia que triunfó. En el camino, habían quedado los lances de Miguel Hidalgo, el compás de espera de Ignacio López Rayón, el segundo aire con José María Morelos y el fallido caso de Francisco Javier Mina, así como todos los que se sumaron en cada ocasión. Por ahí gravitaba Vicente Guerrero, pero el sueño de la independencia languidecía. Don Agustín tampoco era la viva imagen de un buen cristiano. Le encantaban las parrandas, el buen comer y el buen beber. Además, era muy enamoradizo. En su cabeza no resplandecía aureola alguna de santidad, pero tampoco era de mal corazón. Pasada la avalancha de sus debilidades, retornaba al redil para tratar de portarse bien una vez más. Casi nunca lo lograba, pero eso era otra cosa…

Cuando arrancó la gesta libertadora del cura Hidalgo, Agustín de Iturbide peleaba en el bando contrario y tenía muy complacido al virrey Félix María Calleja. Agustín era sobrino de Hidalgo y quizás por eso se esmeraba tanto en la defensa de un régimen que se desplomaría en unos cuantos años. No quería que el vínculo familiar pusiera en duda su lealtad ante el virrey y ejecutaba de inmediato a la mayoría de los líderes que apresaba. Tan versado se le consideraba en el arte de la guerra, que, por su actitud tan decidida frente a los insurgentes, le llamaron: ‘El dragón de fierro’ o ‘hierro’, que viene a ser lo mismo…

Agustín de Iturbide, consumador de la independencia de México

El enigma Iturbide y el retorno de los Guadalupes

Hasta la fecha, persiste la polémica sobre sus verdaderas intenciones. Para unos, acabó por cambiar de bando por conveniencia. Para otros, desde el principio era partidario de la independencia, pero estaba en desacuerdo con la ruta trazada por Hidalgo y Morelos: desórdenes, excesos y crímenes a manos del populacho enardecido, dedicado al saqueo al término de cada batalla y, es verdad, al menos en una ocasión la turba tuvo que ser detenida a cañonazos…

El paradigma de lo anterior fue la toma del granero conocido como la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), que desembocó en una masacre de los que se habían atrincherado ahí, el 28 de septiembre de 1810…

Sin embargo, se dice que ‘los males no vienen solos’ y los problemas para Agustín empezaron cuando perdió la batalla de Cóporo (Guanajuato). En breve, lo acusaron de varias triquiñuelas con tal de aumentar sus recursos económicos, de malversación de fondos y abuso de autoridad, lo que motivó a Calleja a destituirlo y, aunque lo absolvieron, se retiró a su natal Michoacán (nació en Valladolid, hoy: Morelia) y, más tarde, a la Ciudad de México…

Así como la invasión napoleónica detonó los primeros intentos de independencia en América, la revolución liberal triunfante liderada por Rafael del Riego en España, los reavivó. En la Capital novohispana, los conjurados se reunían en pleno centro histórico, en la Iglesia de La Profesa. En aquel momento, el oratorio de San Felipe Neri era el lugar de reunión de la sociedad secreta de los Guadalupes, que vimos en otra entrega y pese a no conocerse la nómina completa de los asistentes, sabemos que la mayoría pertenecían a dicha organización y que algunos provenían de los levantamientos de 1808. Por eso, se piensa que los Guadalupes eran un grupo que databa de ese año, aunque fue cambiando de nombre y será hasta 1811 cuando se constituya en una alianza de juramentados, bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe…

Quedará para más adelante el abordar ‘la otra sociedad secreta’ que se vislumbra en paralelo a los Guadalupes y que posiblemente era un grupo más reservado de ellos mismos, porque uno de los errores que cometieron al principio fue darse conocer a Calleja, con la esperanza de que se les uniera y no fue así. Si el virrey los combatió tan eficazmente fue porque sabía quiénes eran y es muy probable que Agustín de Iturbide también estuviera al tanto…

El que Agustín simpatizara con los independentistas no aclara algunos aspectos. Por ejemplo, cómo fue que, de momento, los conjurados de La Profesa pensaron en él. El alzamiento de Riego era para poner punto final al absolutismo de Fernando VII y eso cambió la correlación de fuerzas en la Nueva España y, los que hasta hace poco se hacían la guerra entre sí, estaban coincidiendo en sus intereses y los Guadalupes se propusieron crear un reino independiente, gobernado por alguno de los infantes…

La participación de los eclesiásticos era innegable y las reuniones de La Profesa estaban a cargo del canónigo Matías de Monteagudo, y fue la mediación de los Guadalupes lo que facilitó que el virrey Apodaca reactivara a Iturbide en el ejército y volvemos al mismo punto: ¿Por qué concluyeron que Agustín de Iturbide era el idóneo para consumar la independencia? Esa es la pregunta clave…

María Ignacia Rodríguez de Velasco, ‘La Güera Rodríguez’

La larga sombra de María Ignacia

Muchas cosas unían a Agustín con La Profesa. Para empezar, la imposición de penitencia por sus pecados debía hacerse en dicha iglesia, pero había algo más. Ya les he dicho que el michoacano gustaba de mujeres hermosas y ahora no era la excepción. Don Agustín andaba por la vida dando tumbos y, en repetidas ocasiones, un pecado le llevaba a otro. Hacía penitencia, pero con uno que otro ‘resbalón’…

En la alta sociedad capitalina y, por ende, entre los Guadalupes, era famosa María Ignacia Rodríguez de Velasco (versión corta, porque su nombre completo era kilométrico), mejor conocida como ‘La Güera Rodríguez’, dejada de lado por muchos historiadores ‘serios’ precisamente por su vida tan picaresca. Es verdad que, como dice el dicho, ‘no dejaba títere con cabeza’ y en su haber estaban muchos caballeros importantes de la época y uno que otro con hábito. Hubo un religioso que, entre campanada y campanada, daba rienda suelta a su pasión por María Ignacia, hasta que los descubrieron. Como podrán imaginar, La influencia de la Güera Rodríguez era de largo alcance y, no sin cierto rubor, dejaré en el cajón del recuerdo esa nómina amorosa tan comprometedora, esperando una mejor oportunidad…

Don Agustín era débil y el flechazo fue inevitable, ante una mujer que, según sus contemporáneos, ‘era de buen ver y de mejor andar’. Pero no crean que se trataba de una simple cortesana. María Ignacia era una mujer muy importante, rica y poderosa. Cuando pedía algo, era muy difícil decirle que no, sobre todo para los que habían tenido intimidad con ella. Será la Güera Rodríguez quien convenza a los conjurados de poner a su querido Agustín a la cabeza del movimiento libertador y ellos, a su vez, al virrey. Así fue como pasó de ser un militar en desgracia a consumador de la independencia de México…

Los jesuitas habían llegado a un punto de agotamiento, pero abrazaron la causa guadalupana

El resto, es una historia muy bien documentada. Luego de algunos enfrentamientos, convenció a Vicente Guerrero y a sus subordinados de sumarse para declarar la independencia prácticamente de modo incruento. Para entonces y sin que lo sospechase el virrey Apodaca, la intención era independizarse y no quedar bajo la corona de alguno de los infantes. Sin embargo, igual que al principio del movimiento armado, evitaban decirlo para no incurrir en pena capital…

Contrario a la imagen de la historia oficial sobre Agustín de Iturbide como ‘conservador’, el Plan de Iguala contenía elementos liberales y conservadores. Tanto él como los Guadalupes, entendían que era vital la unidad para lograr el objetivo de independizarse y eso pasaba por colocarse en una especie de ‘centro’, de tal modo que él no puede ser considerado como parte de uno de los polos ideológicos. A quien dude del peso de los Guadalupes en los hechos, le sugiero revisar el acta de independencia, donde encontrará los nombres de los principales…

Claro que tampoco podemos ignorar que un Plan tan incluyente iba a causar recelo en parte de los conjurados, partidarios más bien del absolutismo y, con mayor razón del virrey. Con tal de seguir la vía pacífica, Iturbide invitó a Fernando VII a asumir el trono de la Nueva España, dejando en claro que la independencia era irreversible. No fue posible alcanzar la independencia sin derramar sangre, aunque no al grado que se hubiera esperado y lo más importante fue que los independentistas abandonaron la idea de ser gobernados por Fernando VII o alguno de los infantes, aunque no estuvieron de acuerdo en otros aspectos…

Entrada triunfal del Ejército Trigarante y la ruta del desfile se tuvo que modificar

Iturbide complace a María Ignacia

Cuando Juan de O’Donojú llegó a Veracruz como nuevo virrey, la mayor parte de la Nueva España estaba bajo control de los libertadores. Esta fue la razón por la cual tuvo que aceptar lo inevitable y no como producto de una conspiración masónica contra España. La masonería nada tuvo que ver con la independencia del país. El encuentro de O’Donojú con Iturbide fue solo un trámite para firmar los Tratados de Córdoba…

Entre las andanzas de Iturbide camino a la independencia, quedan para el recuerdo los famosos Chiles en nogada en su honor, que, por cierto, se cuenta que la receta original llevaba brandy. Es difícil pensar que las monjas lo idearon al momento y, más bien, se debe a un platillo que venían perfeccionando de antemano…

Todo estuvo pensando para que la entrada triunfal en Ciudad de México fuese el 27 de septiembre de 1821, día del cumpleaños de Agustín. Pero lo que ha sido silenciado es que la ruta del desfile militar fue cambiada. Al enterarse María Ignacia de que no pasaría por su casa, le hizo saber al de Michoacán su contrariedad y no hubo más remedio que complacerla. Al hacer el ‘Dragón de fierro’ un alto frente a su casa, para dedicarle la independencia con un gesto, seguramente la Güera Rodríguez sintió que la calle le quedaba muy estrecha…

¿Todavía dudan de la importancia que tuvo la señora? Pues déjenme decirles que el que pronto sería emperador de México le regaló un impresionante rebozo bordado en oro y plata. Basta saber lo que llevaba tejido para entender de qué se trataba el asunto. Los que estuvieron detrás de la independencia fueron seres humanos con alma, pero también de carne y hueso. Con sus defectos y virtudes, con luces y sombras. Y lo mismo podemos decir de otros casos. ¿O ustedes se creen que Simón Bolívar y Manuela Sáenz se veían para jugar a las matatenas? La historia y las biografías o se aceptan completas o se convierten en ideologías…

La ruptura de cuño masónico derivó a una lucha feroz contra el culto guadalupano

Al principio y al final, estuvo la Guadalupana

En los albores de la independencia, hacía tiempo que el proyecto evangelizador de los franciscanos se había agotado. El de los jesuitas, vapuleado por los ataques de los partidarios del absolutismo, estaba llegando a sus límites. Unos y otros no habían apostado a propagar el Evangelio en español, sino en las lenguas y dialectos indígenas. Tradujeron la Biblia, el catecismo y los libros de oración de todas las formas posibles, y los evangelizadores eran verdaderos políglotas…

Al desfallecer los proyectos educativos y evangelizadores, el factor de unidad era el culto a la Virgen de Guadalupe. Por eso la sociedad secreta independentista asumió su advocación. Mientras la devoción a la Virgen del Pilar era propia de los peninsulares, lo guadalupano se constituyó en el signo de identidad de lo propiamente novohispano y, luego, mexicano…

Al contrario de la mayoría de los franciscanos, los jesuitas hicieron suyo el compromiso de difundir el culto a la Virgen del Tepeyac y, pronto, el Episcopado entendió que no había otro camino que apoyar la independencia y unirse a la nueva nación en el culto mariano local, que suplió con sus virtudes las flaquezas del entramado religioso del momento histórico…

Joel Roberts Poinsett. La confrontación masónica que fracturó a México

Sin embargo, pronto llegaría a México Joel Roberts Poinsett como embajador plenipotenciario de los Estados Unidos y el imperio de Iturbide naufragó en medio de la confrontación entre escoceses y yorkinos. Los primeros, sujetos a los proyectos imperiales franceses; los segundos, a los del Vecino del norte. Fue la lucha entre ritos masónicos lo que corrompió a la élite criolla hasta fracturarla, lo que acabó por afectar al ámbito mestizo e indígena. Con todos los defectos que haya tenido el proyecto ‘centrista’ de Iturbide, al menos buscaba unificar. Pero fue desplazado por abstracciones ideológicas que derivaron en el exterminio fratricida. Agustín no entendió que prolongar la monarquía iba a despertar las ambiciones de unos y los recelos de otros, así como una feroz lucha contra el culto guadalupano, cuyo fracaso fue evidente al ocurrir la primera visita de Juan Pablo II a México…

A la caída de Iturbide le siguió el exilio en Liorna y su posterior ejecución al volver. Al enterarse de su muerte, algo se quebró muy dentro de María Ignacia, porque ya no volvió a ser la misma. El resto de su vida lo dedicó a sostener de su pecunio a las viudas de la independencia y vistió el hábito de la Tercera Orden Franciscana. Era evidente que lo iniciado como un devaneo, se había convertido en algo más…

María Ignacia ya no quiso saber del mundo. Todas las tardes rezaba el Santo Rosario junto al balcón desde donde había visto pasar triunfante, años atrás, a su siempre amado Agustín…

Hasta entonces…

2 thoughts on “Agustín de Iturbide y la ruptura de la élite criolla – Juan de Dios Andrade

  1. Ayer la historia la escribieron hombres con necesidad de dejar muy alto y claro su poderío lo que me hace ruido es que a la Rodriguez la pinten como una simple cortesana, es casi lo mismo que pasa con los soldados de inicios de mi paìs, la mujer que los acompañaba era la concubina; creo que hay mucha información no escrita por una cuestión de mentalidad de la época. Donde haya hombres y mujeres siempre habrá “romance”, incluso con los célibes, todo pasa a ser parte de la condición humana.

    1. Estoy de acuerdo, aunque no en todos los casos hubo gente como la Güera Rodríguez. Por otra parte, en mi artículo aclaro que no debe ser vista como cortesana. Ciertamente, tuvo una vida muy permisiva, pero hizo cosas importantes y su participación fue decisiva tanto en la independencia como en otros asuntos. Quizás más adelante pueda abordar lo que fue su vida, de una manera más monográfica. Saludos cordiales…

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