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Brzezinski, Kissinger y la China bifronte – Juan de Dios Andrade

Hace medio siglo ocurrió una negociación diplomática que terminó mal y sembró la actual discordia entre Estados Unidos y China, por el caso de Taiwán. Las administraciones de Nixon y Carter simbolizan dos visiones geopolíticas distintas, especialmente en los temas de China y la entonces URSS. En el fondo, era el desencuentro de las tesis de Zbigniew Brzezinski y Henry Kissinger. ¿Estarán puestas las condiciones para retomar, aunque con ajustes, la propuesta original de Brzezinski?

CONfines Políticos

20 de julio de 2023

Un 15 de julio, pero de 1971, Richard Nixon decidió poner fin a casi 20 años de forcejeos con China. Para entonces, la confrontación con la Unión Soviética había llegado a un punto muy álgido y Nixon pensaba que un acercamiento con China serviría para contener y hacer contrapeso al expansionismo soviético en Eurasia. Anticipando cualquier encono republicano en casa, aseguró que hacer la paz con el gigante asiático no implicaba darle la espalda a Taiwán. Pero la costumbre de la administración Nixon, de hablar con verdades a medias, sentó las bases de la polarización actual entre las dos potencias, porque el entonces presidente pretendió sellar un acuerdo usando un lenguaje turbio sobre la geopolítica de ‘una sola China’…

Fue algo parecido a lo que las potencias europeas, empezando por Inglaterra y Francia, hicieron en África y Medio Oriente en el contexto de la Primera Guerra Mundial: a cada parte le prometieron lo mismo, cimentando una discordia permanente porque era algo imposible de cumplir…

Richard Nixon y Henry Kissinger. No es lo mismo no decir la verdad que mentir.

Una sola China medio siglo atrás

Richard Nixon prometió a taiwaneses y republicanos por igual que sostendría la viabilidad de Taiwán, mientras en Beijing se comprometió con la política de ‘una China’. Por motivos que únicamente entendió él y algunos de sus allegados, el presidente pensó que podía sacar adelante sus planes situándose a medio camino en el cumplimiento de sus promesas…

Sin embargo, en muchas publicaciones, los analistas actuales parecen olvidar que fue su asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger, el que se encargó de negociar con el hombre de confianza de Mao: Zhou Enlai y Kissinger pactó con él que los asuntos que se acordaran en privado no se dirían en público. Pero también hay que reconocer que Zhou Enlai estuvo de acuerdo. De un lado y de otro, trataban de neutralizar los ‘sectores duros’ de sus respectivos países…

En 1972, con el llamado ‘Comunicado de Shanghái’, dado a conocer justo cuando Nixon regresaría a Estados Unidos, todo lo que se hiciera quedaría supeditado a lo que acordasen China y Taiwán, así como a la pacificación entre ambas. Lo etéreo revela lo que se prometió en privado, no hay duda de eso. Asimismo, una de las cosas que China temía era que una hoja de ruta independiente de Taiwán condujese a la creación de un eje geoestratégico entre la Isla y Japón, lo que sería una amenaza para la China continental, mientras Nixon trataba de asegurar su reelección justo en el mismo año. Sería entonces cuando se cumplirían las verdaderas promesas y todos sabemos cómo terminó la historia…

Nunca es bueno un acuerdo si se pacta negarlo ante todos. La diferencia de fondo estriba en que China lo aceptó porque creyó en el cumplimiento después de la reelección, cuando hay evidencias suficientes para concluir que Nixon no pensaba honrar su palabra: quería meter a Beijing en una estrategia geopolítica para aprisionar a los soviéticos. Nada más, y Kissinger lo sabía…

Nixon logró reelegirse, pero no pudo permanecer mucho tiempo en el cargo. De ahí en adelante, la geopolítica de Estados Unidos respecto a China se mantuvo en la ambigüedad…

El futuro ya estaba en el pasado

Muchas cosas se explican por sus antecedentes históricos. En 1956, Xi Zhongxun, padre de Xi Jinping, consiguió un espacio en el Comité Central del Partido Comunista Chino y, tres años después, se convirtió en viceprimer ministro de Zhou Enlai. La buena trayectoria que llevaba se vio truncada en los años sesenta, al ocurrir el enfrentamiento entre Mao y los seguidores de Gao Gang (muerto en 1954), señalados como ‘contrarrevolucionarios’. Lo que en realidad estaba pasando era que había fracasado el proyecto económico maoísta y desatar una persecución (Revolución cultural) le serviría para desviar la atención, deshacerse de sus críticos (sobre todo: Liu Shaoqi y Deng Xiaoping) y recuperar poder…

Como sea, Xi Zhongxun fue nombrado gerente de una fábrica y, más tarde, perseguido y encarcelado. Cuando la persecución maoísta derivaba hacia un nuevo enfrentamiento, ahora contra la facción de Lin Biao, Xi Jinping se iniciaba en el comunismo. Para perseguir a sus enemigos, Mao se había apoyado en Lin Biao, pero ambos eran extremistas y el choque resultó inevitable, y eso fue lo que abrió espacios a otros…

Será entre 1971 y 1974, el lapso que va de las negociaciones arriba mencionadas y la caída de Richard Nixon, cuando Xi Jinping ingrese en la Juventud Comunista y, luego, en el partido. Al año siguiente, su padre fue puesto en libertad. Desde entonces, también datan los vínculos del hoy mandamás chino con la Universidad Tsinghua. Basta ver la plana mayor con la que arrancó el tercer periodo de Xi Jinping en el poder, para constatar la importancia de dicha institución…

La Revolución cultural trajo como consecuencia la ruptura familiar o al menos así lo pareció. Son los años en que Xi Jinping dejó de hablar de su padre y pasó por un proceso de ‘reeducación’. Pero todo cambió en 1978: luego de muchos tropiezos y sinsabores, Deng Xiaoping tomó el mando de China. Así, llegaba el otrora grupo de Zhou Enlai al poder. De inmediato, Xi Zhongxun fue liberado y rehabilitado en el partido, encargándole los primeros proyectos de economía capitalista en China. En el fondo, trataban de copiar aspectos del modelo de Hong Kong y Taiwán, insertados en una vía que permitiera la coexistencia de un sistema de economía abierta con otro políticamente cerrado.  Parecía un juego imposible y, hoy, por encima de Rusia, se ha convertido en un peligro para el predominio de Estados Unidos en el mundo…

Lo que facilitó la transición fue la muerte, el mismo año (1976), de Zhou Enlai y de Mao…

Una ruptura que nunca existió

Tan no había una ruptura entre padre e hijo, que basta comparar sus respectivas hojas de ruta para constatarlo. En 1979, un año después del ascenso de Deng Xiaoping al poder, Xi Jinping se convirtió en secretario del poderoso Geng Biao, amigo personal de su padre, cuya influencia era decisiva en el aparato político y militar, especialmente en la Comisión Militar Central. Entre los cargos que ocupó, está el de ministro de Defensa y, hasta la fecha, ha sido el único en tal posición sin haber alcanzado rango militar, especialmente el de mariscal. Fue una etapa de relaciones cotidianas con el Ejército Popular de Liberación por parte de Xi Jinping…

Tres años después, Xi Zhongxun entró de lleno en el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista y su hijo se convirtió en vicesecretario del Comité del Partido en un municipio de Hebei, en la periferia de Beijing, para, luego, asumir la secretaría y resolver encomiendas del Departamento de Asuntos Militares local…

Será a mediados de los ochenta cuando Taiwán ‘se cruce en su camino’ de manera directa, por decirlo de algún modo. Para entonces, dos polos de economía abierta se distinguían en China: Guangdong (donde había estado su padre como responsable directo de instalar una base de economía de mercado) y Fujian, a donde será enviado Xi Jinping. Se pretendía que Fujian fuera una especie de reproducción de Taiwán, además de que están la una frente a la otra…

Claro que el tránsito al siglo XXI no fue fácil para un sistema que pretendía ser híbrido y lo ocurrido en la Plaza de Tiananmen es un ejemplo de ello. Íntimamente relacionado con las tensiones propias de cambios profundos, estaba la inquietud de Beijing de observar de manera precisa la vida en Estados Unidos. Xi Jinping formó parte de la élite que viajó para tal efecto…

En aquellos años, Xi tenía mucho interés en atraer inversiones de Taiwán a Fujian, mientras su carrera política iba cuesta arriba. Desde entonces datan sus conflictos con Lai Changxing, cabeza del poderoso grupo empresarial Yuanhuan. Pero igualmente era notorio el respaldo de Jiang Zemin, en su calidad de presidente del país y secretario general Comité Permanente del Buró Político del Partido Comunista Chino…

Así entró el gigante asiático al siglo XXI, en medio de una disputa entre reformistas y gente apoyada en una enorme base financiera que, en buena medida, era usada para corromper y una élite que buscaba escalar posiciones por portar determinados apellidos históricamente ligado al movimiento revolucionario…

En paralelo, se desarrollaba otra visión geoestratégica sobre China y Taiwán, así como, primero, sobre la URSS y, luego, la actual Rusia…

¿Distensión o convergencia?

La caída de Richard Nixon trajo no sólo un relevo en la Casa Blanca, sino también un rediseño de la estrategia geopolítica que se había estado siguiendo. ¿Continuidad o cambio? Esa era la pregunta. La respuesta se dilucidó con la llegada de Jimmy Carter a la Presidencia (1977), quien nombró a Zbigniew Brzezinski como su asesor de seguridad nacional. Cuatro años antes, se había fundado la Comisión Trilateral y la propuesta de Brzezinski (y Samuel Huntington) era conocida como ‘teoría de la convergencia’…

Aunque por lo general se interpreta el nombramiento de Brzezinski como una descalificación de la estrategia aconsejada por Kissinger a Nixon, lo cierto es que los desacuerdos entre ambos vienen desde la campaña y posterior gobierno de John F. Kennedy. Lo que pasa es que, entonces, ambos eran personajes de menor importancia y casi todos obvian el verdadero origen del forcejeo entre los dos gigantes de la geopolítica de la Guerra Fría…

La discrepancia en la administración Carter era entre Cyrus Vance (secretario de Estado) y Zbigniew Brzezinski. El primero apostaba por continuar lo hecho por Nixon y Kissinger. Brzezinski estaba en desacuerdo porque decía que la distensión había fortalecido a los soviéticos, que cada vez eran más audaces. En este sentido, la intención de usar a China como contrapeso a la URSS, era una visión miope y limitada. Había que desarrollar una relación de cooperación con ella…

Era la disputa entre dos visiones geopolíticas: la distensión y el globalismo trilateral, además de que se debía resolver el desastre heredado en el caso chino. La llegada de Carter, adherido a las tesis de Brzezinski y de Deng Xiaoping, insertado en la corriente de Zhou Enlai, marcó una nueva etapa en la geopolítica asiática. La relación entre Brzezinski y Deng Xiaoping fue tan buena que, hasta su muerte, Zbigniew Brzezinski siempre fue recibido con afecto en China…

Abandonando la estrategia fallida de Nixon y Kissinger

Los requisitos para una relación permanente sino-norteamericana pasaba, primero, por normalizar las relaciones con el gigante asiático mediante un compromiso y no sólo como ‘relaciones diplomáticas’. No implicaba romper con Taiwán, como afirman algunos, sino de un alejamiento calculado: ya no eran los tiempos de la lucha comunismo-anticomunismo implantada por Mao y Chiang Kai-shek…

Se trataba de crear un sistema de seguridad con China, Pakistán y Arabia Saudita, para desarticular o neutralizar el expansionismo soviético. Lo ocurrido en 1979, tanto en Irán como en Afganistán y Yemen, le dieron la razón a Brzezinski…

Volviendo al punto, Jimmy Carter y Zbigniew Brzezinski entendieron que la consolidación del proyecto trilateral (Estados Unidos, Europa y Japón) requería otro esquema ‘trilateral’ polar: Estados Unidos, China y la URSS, y que el precio para separar a China de la Unión Soviética incluía aceptar abiertamente la geopolítica de ‘una sola China’ y distanciarse de Taiwán, con quien se mantendrían relaciones y ayuda en una modalidad no oficial…

Al pasar Estados Unidos su embajada de Taipei a Beijing, se daba por terminada la estrategia engañosa, por decir lo menos, de Nixon y Kissinger…

Medio siglo después, llegó Trump

En sus últimos años, Zbigniew Brzezinski apuntó a la necesidad de fundar un nuevo sistema de seguridad global. Finalmente, se estaban cumpliendo sus expectativas de los años setenta. Pese a no confiar en Vladimir Putin, pensaba que sellar un compromiso con China era el modo más eficaz de obligar a Rusia a sumarse o resignarse a quedar aislada. Asimismo, aconsejaba no atraer a Ucrania hacia la OTAN, sino a la Unión Europea, con garantías para Moscú de que ahí quedarían las cosas. Por ignorancia o por intereses ideológicos, no faltan los que lo señalan como impulsor de la expansión de la OTAN, cuando lo que deseaba (y lo dijo en sus publicaciones) era que Ucrania siguiera el modelo finlandés…

Pero llegó Donald Trump a la Casa Blanca y todo se echó a perder. Tomó a China como enemigo (señal de que no distingue ‘competidor’ de ‘enemigo’) y le declaró la guerra comercial, con una serie de sanciones, mientras miró con benevolencia a Rusia, que venía de arrancarle Crimea a Ucrania y estropeó la estrategia de fundar un nuevo sistema de seguridad global. Eso fue lo que antecedió a la invasión a Ucrania y no la expansión de la OTAN…

Quizás la viva imagen de la ruptura entre lo que propuso Brzezinski y lo que pensaba Trump, sea el choque que tuvo el entonces candidato con Mika Brzezinski, en plena campaña presidencia…

Putin interpretó como debilidad la falta de coherencia de Trump en el ámbito geopolítico y, al perder la relección, a Joe Biden le tocó pagar las consecuencias. Es verdad que, al principio, las respuestas de Biden fueron erráticas, pero terminaron de encauzarse sobre la propuesta original de Brzezinski, concluyendo que tampoco se puede dar marcha atrás en las sanciones a China, puesto que Beijing ha reiterado, una y otra vez, su alianza con Moscú en detrimento de Estados Unidos…

Esta semana, Henry Kissinger viajó a China en calidad de ‘ciudadano privado’, para entrevistarse con Li Shangfu (ministro de Defensa, sancionado por Estados Unidos), Wang Yi (canciller) y, finalmente, con Xi Jinping…

Ojalá las cosas no resulten como en los años setenta, porque llama la atención que no se tenga evidencia directa de lo dicho por Kissinger. Son los medios chinos los que informan que, entre otras cosas, dijo: “La historia y la practica han demostrado repetidamente que ni Estados y ni China pueden permitirse tratar al otro como adversario”. Una clara descalificación a la espiral que, en buena medida, provocó Trump, pero también revela que Kissinger está siguiendo los pasos de la propuesta del malogrado Zbigniew Brzezinski…

Aunque Brzezinski ya no está con nosotros, en realidad no se ha ido. De un modo u otro, sus ideas siguen gravitando en el futuro de Estados Unidos como potencia y en el escenario de Eurasia, sobre todo en la configuración de un sistema de seguridad global en consonancia con la China bifronte, políticamente cerrada y económicamente abierta, que maniobra a dos manos tratando de huir de la ruta fallida de la Unión Soviética de Gorbachov…

Hasta entonces…

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com

2 thoughts on “Brzezinski, Kissinger y la China bifronte – Juan de Dios Andrade

    1. Estimado Arturo, muchas gracias por tus palabras. Me animan a seguir adelante. Te mando un saludo cordial y ojalá podamos seguir conversando sobre estos temas. Como verás en la página, también empecé a abordar temas de México en perspectiva histórica. Un abrazo.

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